Elegir bien el momento y las palabras iniciales para abrir una conversación
Hay personas que tienen un don. Fabián era una de ellas. Tenía el don de poner nervioso a todo el que estaba alrededor.
Era el director financiero de la compañía para la que trabajaba y solo con verle algunos sudaban tinta. Lo cierto es que era muy buena persona y se esforzaba en caer bien, pero tenía ese don de la inoportunidad. Así, cuando uno de sus colaboradores estaba que parecía que le llevaba todo el día persiguiendo un león, agotado, y deseoso de que la jornada acabara, Fabián le llamaba a su despacho para que le contara como llevaba cualquier trabajo que le había encomendado y que, por descontado, no era necesario hacer hoy el seguimiento.
No se sabía muy bien cómo, pero cuando un vendedor recibía la noticia de que su principal cliente estaba cerca de dejar de comprar, de repente sonaba el móvil. Era Fabián para preguntar por qué había dado condiciones especiales a no sé quién. Parecía que lo olía.
No lo realizaba a propósito (de hecho, no le saldría tan bien, seguro), pero elegía siempre los peores momentos, lo que hacía que cualquier cosa que dijera o pidiera cayera en saco roto.
Tampoco era un hacha eligiendo las primeras palabras. Era muy directo y siempre al grano y entre el momento (siempre inoportuno) y el arranque de la frase ya ponía de los nervios a quien tenía delante, lo que no facilitaba en absoluto las conversaciones.
¿Has conocido a alguien así? (nota: Fabián es un nombre cambiado, pero yo he conocido a dos como él).
Mi reflexión de hoy es: Elegir bien el momento y preparar las palabras iniciales de modo que abran la conversación es una parte esencial de dar una buena retroalimentación.
Saber cómo empezar una conversación y hacerlo en el momento oportuno (o, al menos, no en el menos) es clave para mejorar la relación con las personas, aunque, por desgracia, suele ser un campo en el que tenemos una gran área de mejora la mayoría de nosotros.
Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, pensamos solo en cómo nos sentimos nosotros y lo que necesitamos, en vez de pensar en la persona con la que nos vamos a relacionar.
Si quieres mejorar tus relaciones con otros tienes que pensar siempre qué es lo que vas a decir y si es el momento adecuado para realizarlo. Es cuestión de hábito y te aseguro que funciona.