No todo es cuestión de esfuerzo, sino de la calidad del mismo
“Es que la sociedad ya no es lo que era”, “Ya no hay cultura de esfuerzo”, “Los jóvenes de hoy en día quieren que se les dé todo hecho”... Seguramente hayas dicho u oído algo así y, es más, hasta puede que te lo creas.
Los que ya tenemos unos ciertos años estamos convencidos de que se ha perdido la cultura del esfuerzo y que esta es la causa del mal funcionamiento de la sociedad actual. Que estemos convencidos nosotros no significa necesariamente que sea correcto (anda que no hay cosas de las que estamos convencidos y son erróneas. A decir verdad, eso le pasa sobre todo a nuestra pareja, al vecino y, sobre todo, a nuestro cuñado).
No voy a entrar a discutir si es lo cierto o no, aunque ya te digo que el esfuerzo, aunque necesario, no es suficiente. Todos apreciamos a las personas que se esfuerzan y no nos agradan las que parece que no lo hacen, aunque también os digo que muchos de los grandes avances en las empresas corresponden a los vagos, que quieren conseguir los mismos resultados con menor esfuerzo.
A conseguir el mismo resultado con el mismo esfuerzo -o recursos- se le llama productividad. Esta no solo depende de cuánto me esfuerce (cantidad de trabajo), sino también de calidad del mismo.
Mi reflexión de hoy es: Mi resultado no solo va a depender del esfuerzo que realice, sino que también lo hará de mi capacidad de hacer.
Puedo mejorar la calidad de una doble manera (si conoces alguna más, no dudes en decírmelo y así mejoro mi discurso): mejoro mis conocimientos y habilidades (no es inmediato) o utilizo medios o herramientas que lo faciliten (es más rápido que lo anterior).
Con ello quiero decir que, cuando quiero obtener un mayor resultado en vez de pensar en hacer más (cultura del esfuerzo), suele ser mucho más inteligente pensar en hacer mejor (cultura de la mejora continua). Si hago más, es posible (que no seguro) que obtenga resultados de manera más rápida, pero si mejoro lo haré de manera más consistente y permanente en el tiempo con menor esfuerzo.
Noé no comenzó a construir el arca cuando empezaron las lluvias torrenciales. En tu caso te recomiendo que comiences el proceso de desarrollo personal y profesional antes de que sea necesario. De otro modo, solo te quedará el esfuerzo sin límite y si bien es una opción, no es la más inteligente.