La alternativa simple está al alcance de nuestras manos
Allá por los años 60, EEUU y la URSS estaban en plena guerra fría y también en una guerra tecnológica por la conquista del espacio. Lo cierto es que la URSS cobraba ventaja: puso un satélite en órbita (Sputnik) antes que los EEUU (Explorer), le ganó por 4 meses; puso el primer animal en el espacio, aunque este falleció, pero un par de años después consiguió que dos regresaran vivos; puso el primer hombre en el espacio (Yuri Gagarin) 23 días antes que los americanos (Alan Shepard); llegaron a la Luna en vuelo no tripulado antes que los EE.UU; y así otros muchos hechos más.
Quedaba el golpe de gracia: poner el primer hombre en la Luna (nota: si sois de la EGB -o mayores- os acordaréis de que todos los partidos de fútbol en cualquier campa que se preciara e independientemente del número de goles que hubiera habido y quien los hubiera marcado acababan con un “el que mete el último gana”) (nota 2: Eso es lo que le quedaba a EEUU: hacer el último gol). (nota 3: no hay documento sonoro, pero nadie duda que es lo que se dijo desde Houston, Texas, y como era la ley de la calle, lo aceptaron desde Moscú...).
Para eso hacía falta poner hombres en el espacio y hacer pruebas. En aquel tiempo, dentro de los cohetes estaba la gravedad 0 (ya sabes eso de ir dando vueltas sin poder estar quieto). Para que los astronautas pudieran tomar notas había que darles un bolígrafo con el que hacerlo, pero en esas circunstancias ninguno funcionaba y había un problema tremendo con la tinta (¿a quien se lo ocurrió que la tela del traje de astronauta fuera blanca?).
No importaban los gastos, Houston destinó cantidades ingentes de dinero para conseguir uno que lo hiciera. También les ganaron los rusos con eso (Y no, no porque los rusos llevaran traje gris, que disimulaba más las machas de tinta). Como ellos sí tenían límites de presupuesto decidieron enviarles con lápices en vez de con bolígrafos.
Mi reflexión de hoy es: en demasiadas ocasiones despilfarramos recursos buscando soluciones complejas, cuando tenemos una alternativa simple al alcance de nuestras manos si nos paramos a pensar en ello.
Lo que sucede es que vamos muy deprisa y no tenemos tiempo. Cuando los recursos son escasos, el ingenio suele aparecer; cuando son generosos, despilfarramos esfuerzo y dinero. Trabaja siempre pensando que tus recursos son mínimos.